Smart-cities, tecnología y modelos de negocio

Últimamente estamos viviendo una explosión del concepto "smart" especialmente aplicado al ámbito urbano. Es así como surge el concepto de "smart-city", como un gran ecosistema inteligente compuesto por sistemas y servicios eficaces y eficientes, conectados e integrados, que permiten optimizar el consumo de los recursos y mejorar la calidad de los mismos.

Estos sistemas y servicios abarcan los diferentes ámbitos de una ciudad: gestión de la energía, el transporte y la movilidad, la seguridad, la participación ciudadana, la gestión del conocimiento, el medioambiente, la sanidad, etc.

Según la Wikipedia: “Una ciudad puede calificarse como “inteligente” cuando las inversiones en capital social y humano, y en infraestructuras de tradicionales (transporte) y modernas (TIC) impulsan un desarrollo económico sostenible y una elevada calidad de vida, con una acertada gestión de los recursos humanos a través de un gobierno participativo”. [1]

El concepto de "smart-city" está siendo abordado de forma diferente por los distintos agentes implicados a lo largo de su cadena de valor: grupos de investigación, empresas tecnológicas, administraciones públicas y los propios ciudadanos. Mientras que los primeros están especialmente focalizados en desarrollar tecnología, las empresas tecnológicas dan sentido a las aplicaciones, servicios y sus modelos de negocio asociados que serán desplegadas por los ayuntamientos y administraciones públicas para prestar servicio a los ciudadanos.

A pesar de que cobran especialmente relevancia los ciudadanos, puesto que es a ellos a quien están dirigidos estos servicios, es imprescindible tener en cuenta esos modelos de negocio que permitan a las administraciones afrontar las inversiones requeridas y hagan financieramente sostenibles los servicios.

El aspecto de negocio tiene un papel esencial puesto que es necesario alcanzar modelos sostenibles que faciliten el mantenimiento de las infraestructuras una vez implementadas. El despliegue tecnológico no ha de suponer un fin en sí mismo, sino que ha de ir perfectamente complementado por un modelo financiero que permita la consecución de los objetivos en términos de mejora de la eficiencia y promoción económica.

Como consecuencia, una ciudad inteligente ha de estar estratégicamente planificada, ser concebida como un gran ecosistema, y contar con un modelo de negocio que facilite la sostenibilidad financiera de las infraestructuras tecnológicas, que han de ser desplegadas no como una serie de pilotos de I+D o proyectos aislados, sino con visión global como un conjunto integrado.

[1] http://en.wikipedia.org/wiki/Smart_city

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